Viento fuerte, marejadas y un aguacero recibió ayer en Progreso a los turistas del crucero Carnival Triumph. (grillo porteño
Viento fuerte, marejadas y un aguacero recibió ayer en Progreso a los turistas del crucero Carnival Triumph. (grillo porteño

PROGRESO.- Aunque el crucero turístico Carnival Triumph trajo a 3.441 pasajeros, sólo unos 550 se quedaron en el puerto, pero gastaron poco y no disfrutaron del mar porque un viento fuerte hizo que la marejada creciera, y también hubo frío y llovió una hora.
A las 7 de la mañana, cuando el crucero comenzó a realizar maniobras de atraque en la terminal remota, cayó un repentino aguacero que duró una hora, las marejadas arreciaron, igual que los vientos, lo que hizo pensar a los artesanos, que comenzaban a instalar sus puestos, que estaba azotando otro norte.
Debido a la lluvia y los vientos, las masajistas tardaron en instalar sus módulos, porque temían que los vientos los volaran; fue hasta las 9 de la mañana, con dos horas de retraso, que los puestos de masajes pudieron instalarse.
Fue hasta las 10 de la mañana cuando los pasajeros del Carnival Triumph comenzaron a llegar al malecón y al tianguis artesanal, pero de los 3,441 turistas del barco, poco más de 500 se quedaron en el puerto, pues la mayoría fue trasladada a las zonas arqueológicas y los demás se quedaron en el crucero, que zarpó a las 4 de la tarde con destino a Cozumel.
Hubo pasajeros del Carnival Triumph que compraron artesanías, así como hamacas que logró vender el artesano Antonio Canul, quien dijo que el precio de su producto es de 40 dólares, pero como no había vendido nada aceptó el regateo y lo vendió en 20 dólares.
Otro artesano logró vender una canasta decorada, en 30 dólares, aunque fue su única venta del día; de las dos hermanas estilistas Ligia y Nelly Tur Ruiz, que se dedican a trenzar cabellos, sólo una de ellas logró a un cliente.
Nelly Tur dijo que el jueves le fue mejor en el día de playa, pues tuvo a cinco clientes nacionales, en cambio ayer viernes, con el crucero, no obtuvo ganancias.
Poco después del mediodía comenzaron a llegar visitantes nacionales, que para los meseros y demás vendedores fue la esperanza de que el día no sea del todo malo, pues el turismo nacional ocupó restaurantes y palapas de playa.
Unos 200 visitantes del interior de la república recorrieron el malecón, se dieron tiempo para meterse al mar y después consumieron en las palapas y restaurantes, gastaron más que los pasajeros del crucero.