MÉRIDA.- Los Hombres G son como aquel buen vino que entre más añejo más rico, más intenso, más talentoso, porque lograron transportar al público juvenil y adulto de Yucatán y Quintana Roo a la época en su mayor gloria musical: a los 80´s.
Daniel Mézquita, David Summer, Rafael Gutiérrez y el baterista Javier Molina no necesitaron más que una buena camiseta, un par de tenis, un pantalón de mezclilla y su talento para cautivar a miles de almas en Playa del Carmen, Quintana Roo, y en El Coliseo Yucatán.
La buena vibra y el ambiente de fiesta se entretejió en un mosaico de romance, locura y protesta cuando –casi con la misma voz de antaño– interpretaron los éxitos logrados en México, Hispanoamérica, Estados Unidos y Europa.
Los cuerpos de algunos jóvenes y adultos se movían al ritmo de los acordes de las guitarras, otros simulaban tocar con la misma pasión que los artistas españoles, las chicas gritaban con frenesí y otros más cantaban, quizá como antaño, cuando la banda empezaba a saborear el éxito.
Fue una noche memorable en todos los sentidos, porque los Hombres G demostraron en más de dos horas de concierto que siguen siendo los mismos, que su voz no pasa de moda, que su talento sigue intacto, igual que hace 30 años.
En El Coliseo hubo muchos momentos de gloria, porque el público respondió con aplausos y más de siete mil personas acoplaron su voz para interpretar “Te quiero”, “Venecia”, “Suéltate el pelo” y “Voy a pasármelo bien”, entre otros.
Sin embargo, dos momentos que quedaron tatuados en el alma de Hombres G fue cuando en los primeros acordes de “Martha tiene un marcapasos” el público no dio tregua y a capela empezó a entonar el tema.
La sorpresa fue grata: Rafa alzó las manos y empezó a aplaudir y luego se llevó las manos a la cara como homenaje mientras el público seguía con “Martha tiene un marcapasos que le anima el corazón, no tiene que darle cuerda es automático…”
Los otros músicos también aplaudían y sonreían con gratitud ante la devoción que mostraban los jóvenes y adultos.
El otro momento especial llegó con el mayor de sus éxitos: “Sufre mamón”, cuyo título en México e Hispanoamérica tuvo que cambiar –por cuestiones de censura¬– a “Devuélveme a mi chica”, porque la voz del público hizo vibrar El Coliseo, llenando de satisfacción a la banda española que nunca dejó de agradecer a Mérida.
¿El Final? Intenso y lleno de frenesí… igual que en los ochentas.
Martha López Huan.-