MÉRIDA.- El escándalo del sacerdote involucrado en “desviaciones sexuales” continúa en aumento y todo apunta que se saldrá de control, de acuerdo con nuevos testimonios que han surgido y con la postura que las autoridades policiacas anticipan que tomaran.
Aunque el acusado, Luis Arturo García Dávalos, ha declarado que se trata de un montaje para perjudicarlo, hasta ahora no ha dado la cara y permanece en la Ciudad de México, donde está refugiado a raíz del escándalo.
El misionero del Espíritu Santo únicamente ha hablado vía telefónica con un periódico local, y esta es la única versión que se tiene de él con respecto a las acusaciones.
“No conozco a quien me acusa, es una calumnia e intento de extorsión”, dijo, y agregó: “Todo es una mentira y difamación. Nunca se dio lo que dice. Mi postura es afirmar que es un montaje”.
Por su parte, la Fiscalía General del Estado señaló que permanece atenta y en espera de las denuncias que pudieran surgir, de acuerdo con lo que publica hoy el sitio poresto.net.
Según esta publicación, el área de comunicación social de la dependencia dijo que la pedofilia cae en el ámbito federal, por lo que la PGR tendría que atraer el caso e investigarlo.
Otro presunto delito que se podría configurar es el de corrupción de menores, que sería atendido por la Fiscalía General del Estado, siempre y cuando haya una denuncia.
Este mismo medio difundió también el testimonio del ingeniero Alejandro Viveros Barea, quien perteneció en su adolescencia a la congregación de Misioneros del Espíritu Santo y conoció al padre García Dávalos en Querétaro, donde ya se conocían las tendencias homosexuales del sacerdote, y ya desde entonces mostraba la misma conducta licenciosa que tuvo en Yucatán, así como el racismo y la prepotencia con la que trata a la gente.
Ahí se denuncia que los superiores de García Dávalos fueron advertidos de las “desviaciones sexuales” y otras irregularidades del misionero, pero no hicieron nada e incluso lo protegieron con su actitud omisa.
En un extenso reportaje se menciona la forma en que los Misioneros del Espíritu Santo hicieron un frente para negar las acusaciones y decir que Dennis Vega Suárez, el joven que sacó a la luz el escándalo, es un pseudónimo de un grupo de extorsionistas cibernéticos.
También se expone que decidieron que Luis Arturo se quede en México porque si regresa a Mérida sería detenido por las autoridades.
De acuerdo con Viveros Barea, los Misioneros del Espíritu Santo en Yucatán saben desde hace años que Luis Arturo es un “pedófilo y un enfermo; lo saben pero su reacción es volverlo a tapar”.
También afirma que García Dávalos es una persona prepotente que acostumbra ofender a las personas y es racista. Frecuentemente salen de su boca palabras como “naco”, “joto” y otras impropias de un religioso.
Cuando llegó a Mérida, el padre Luis Arturo trajo a un jovencito al que los parroquianos sólo identifican como Alan, a quien incluso le rentó una casa en Francisco de Montejo e iba a todos lados con el sacerdote. Entre los feligreses surgieron comentarios al respecto y hubo hasta quien se atrevió a decir que el “noviecito” del padre porque siempre estaban juntos y adoptaban actitudes sospechosas, como si fueran pareja.
Ya ejerciendo su ministerio en Mérida, García Dávalos tenía una vida licenciosa, no propia de un sacerdote. Empezó a “enamorar” a un acólito de quien se decía era oportunista y le gustaba el dinero fácil. Se sabía que la familia de este joven “estaba fregada”, pero de pronto el adolescente comenzó a tener dinero y presumía en Facebook que compraba artículos caros, como un aparato de ejercicios y ropa.
El sacerdote llegó a perder la perspectiva y con feligreses cercanos hablaba abiertamente de sus “desviaciones sexuales”. En una ocasión platicó que estando en un gimnasio de Plaza Galerías, en donde acostumbraba ejercitarse, tres individuos se quedaron mirándole el trasero y le preguntaron que si sus nalgas eran naturales u operadas, a lo que él respondió que eran completamente naturales y le preguntaron que si podían tocárselas y él accedió.
A los feligreses ese comentario les pareció fuera de lugar y completamente inadecuado para un sacerdote.
Se averiguó que el padre Carlos de León está sustituyendo a García Dávalos en la parroquia Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote, ubicada en el fraccionamiento Francisco de Montejo.