11MÉRIDA.- De acuerdo con publicaciones del diario Por Esto, el asesinato del psiquiatra Felipe Triay Peniche fue planeado por el presidente del Colegio de Psiquiatras Luis Enrique Lara González y ejecutado materialmente por el capitalino Pablo García Gutiérrez, quien utilizó a una mujer para llevar al ahora occiso al lugar donde lo mataron.
La publicación dice que el móvil del crimen fueron tres motivos: una jugosa cuenta de Pemex, para que atendieran a sus empleados; la relación de Felipe Triay con los laboratorios europeos, que pagan cantidades elevadas de dinero por el uso y distribución de medicamentos controlados, y el enojo de Pablo García porque Triay Peniche “le voló” a una mujer, de las muchas pacientes con las que ellos tres tenían relaciones sexuales.
Por Esto también dice que Pablo García sería un asesino serial que ha matado a otras tres personas en otras partes del país, además de que narra a detalle, desde que Pablo y la mujer se llevaron a Triay Peniche, cuando éste salía del hotel Hyatt, al departamento en donde lo mataron y como lo mató y descuartizó el capitalino, con ayuda de una sierra.
Según el rotativo meridano, la policía busca a la mujer que estuvo con Triay Peniche y a tres hombres más que habrían participado en el crimen.

LA NOTA COMPLETA ES LA SIGUIENTE:
* Según datos recopilados por POR ESTO!, el Dr. Triay acudió a una cena el viernes al Hotel Hyatt de Mérida, más tarde salió del edificio y caminó hacia un automóvil Jetta de color blanco, saludó al conductor que resultó ser el Dr. García Gutiérrez, quien estaba acompañado de una dama que sirvió de gancho y a quien las autoridades le siguen la pista.

* El móvil del crimen, según varios psiquiatras consultados que conocieron al médico, fue una cuenta de PEMEX para la atención de sus trabajadores. Los colegas mencionan que la relación del Dr. Triay con los laboratorios europeos que pagan cantidades elevadas de dinero por el uso y distribución de medicamento controlado también influyó.

* El asesino material, Pablo García Gutiérrez, además del odio profesional, tenía una animadversión contra el Dr. Triay porque éste se llevó a una mujer que él quería para sí mismo.

Luis Enrique Lara González, presidente del Colegio de Psiquiatras de Yucatán, y Pablo Santos García Gutiérrez, acusados de homicidio calificado en contra de Felipe Triay (grillo porteño)
Luis Enrique Lara González, presidente del Colegio de Psiquiatras de Yucatán, y Pablo Santos García Gutiérrez, acusados de homicidio calificado en contra de Felipe Triay (grillo porteño)

El Presidente del Colegio de Psiquiatras de Yucatán, Dr. Luis Enrique Lara González, es el autor intelectual del asesinato del Dr. Felipe Triay Peniche, según su colega el Dr. Pablo García Gutiérrez, quien es el autor material del sádico crimen. García Gutiérrez, además, es considerado un asesino serial, pues anteriormente en otras partes del país dio muerte a tres personas.
Ayer los Drs. Luis Enrique Lara González y Pablo García Gutiérrez tuvieron en el Juzgado Segundo de Control su audiencia de imputación, acusados de dar muerte a Triay Peniche. Al parecer todavía falta que las autoridades detengan a una mujer y a tres hombres que participaron en este bárbaro homicidio.
El crimen, que se convirtió en el más violento, brutal y sanguinario de la historia reciente del Estado y uno de los que despertó el interés de la sociedad yucateca, se cometió la misma noche del viernes cuando “desapareció” el Dr. Triay.
Los Drs. Felipe Triay Peniche y Luis Enrique Lara González compartían un consultorio en el Centro de Especialidades Médicas, ubicado a un costado del Hotel Hyatt Regency, sobre la calle 60.
Según gente cercana a la familia, el Dr. Lara González asistió “muy acongojado y apenado” al velorio y servicios fúnebres del Dr. Triay.
El móvil del crimen, según varios psiquiatras consultados que conocían al médico, fue una cuenta de PEMEX para la atención de sus trabajadores. La institución petrolera pagaba servicios caros. Los colegas mencionan que la relación del Dr. Triay con los laboratorios europeos que pagan cantidades elevadas de dinero por el uso y distribución de medicamento controlado también influyó. En pocas palabras se habla de viajes todo pagado a varios países europeos y la entrega de grandes cantidades en euros y dólares al Dr. Triay por parte de los laboratorios. Todo lo conocía a detalle el Dr. Lara, ya que él y Triay pasaban muchas horas juntos.
Otra práctica común en el círculo de los Psiquiatras cercanos a los tres médicos involucrados en este sádico crimen era aprovecharse de sus pacientes femeninas con desviaciones mentales, a las que sometían a sus caprichos sexuales y las intercambiaban cotidianamente.
El dominio de la mente de las pacientes y las drogas controladas fueron determinantes para este uso. De allí el departamento de la García Ginerés.
El asesino material llevaba, además del odio profesional, una animadversión contra el Dr. Triay porque éste se llevó a una mujer que él quería para sí mismo.

Casa 202-F de la calle 25 entre 20 y 22 de la colonia García Ginerés, donde tenía su consultorio Felipe Triay. El predio fue cateado. (grillo porteño)
Casa 202-F de la calle 25 entre 20 y 22 de la colonia García Ginerés, donde tenía su consultorio Felipe Triay. El predio fue cateado. (grillo porteño)

Según datos recopilados por POR ESTO!, el Dr. Triay acudió a una cena al Hotel Hyatt de Mérida, más tarde salió a la puerta y caminó hacia un automóvil Jetta de color blanco, saludó al conductor que resultó ser el Dr. García Gutiérrez, quien estaba acompañado de una dama que sirvió de gancho y a quien las autoridades le siguen la pista.
Esta dama formaba parte del “selecto” grupo de acompañantes del Grupo de Psiquiatras. El Dr. Triay, después de los saludos, abordó el Jetta y se dirigieron al departamento de la colonia García Ginerés donde se quedaron la dama y el Psiquiatra Triay Peniche.
Pacientemente, el Dr. García Gutiérrez esperó que sostuvieran relaciones, y cuando estaban a punto de salir la dama ofreció al Dr. Triay una bebida a la que le puso un fuerte somnífero que hizo que éste cayera inconsciente.
La dama, vía celular, llama a García Gutiérrez, quien entra al departamento, le paga por sus servicios y ella se retira.
Una vez solos, el multihomicida le clava un arma punzocortante en el corazón y la hace girar en varias ocasiones dejándole un hueco en el pecho. Este acto horrendo lo hizo como “si batiera chocolate”.
Luego le da 21 puñaladas más en el cuerpo. Para que el departamento no se ensuciara más con el festín de sangre lo voltea y lo “desangra” dejando caer el líquido en una cubeta.
Después el asesino regresa por la camioneta modelo “Rogue” de Nissan, propiedad del Dr. Triay, y la estaciona en el departamento.
Previamente, había contratado a tres carpinteros para que le hicieran un trabajo, pero nunca les dijo cuál trabajo y quedó en avisarles.
Una vez en el departamento, el Psiquiatra recurrió a material quirúrgico de una sala de operaciones y a una sierra para destazarlo. Lentamente y tratando de no hacer ruido le quitó los brazos y las piernas, con cortes quirúrgicos precisos. Inexplicablemente, la cabeza no pudo quitarla por completo, una tira de piel la sostuvo con el resto del cuerpo.
Después de destazarlo acomodó los brazos y piernas en dos cajas, al cuerpo ya sin sangre le puso productos químicos para evitar su descomposición, luego limpió el departamento y a bordo de su auto se dirigió a su casa ubicada en el mega complejo “Ciudad Caucel”.
Al día siguiente regresó al departamento por la noche y le llamó a los tres carpinteros para que hicieran el trabajo de bajar las cajas y las acomodaran en la “Rogue”. García Gutiérrez les pagó una fuerte cantidad de dinero por su “trabajo” y luego se retiraron.
El doctor, sin remordimientos y sin miedo, se dirigió al estacionamiento del supermercado Chedraui de “Ciudad Caucel”, estacionó la camioneta, se alejó caminando y, al parecer, fue recogido por algún conocido.
Al pasar los días sin tener noticias del Dr. Triay la familia denunció su desaparición y, en primera instancia, con 500 patrullas de la SSP y de FGE se ubica la “Rogue” en el lugar antes mencionado.
Personal de la Fiscalía, para evitar miradas indiscretas y guardar el sigilo de la investigación, suben la “Rogue” a una grúa y la llevan a sus instalaciones donde, al abrirla, se sorprenden al hallar el cuerpo mutilado.