PROGRESO.- Luego de dos días, la policía sigue sin atrapar a los ladrones, que el miércoles en la madrugada se llevaron una tonelada de langosta de la congeladora de Gilberto Pech Cardeña, ubicada en la zona industrial del puerto de abrigo de Yucalpetén.
Con la tranquilidad de quien entra a su casa, el miércoles en la madrugada un grupo de sujetos encapuchados robó una tonelada de langosta, con valor de 400 mil pesos, de la congeladora de Pech Cardeña.
Los cacos aprovecharon la escasa vigilancia policíaca nocturna y se dieron tiempo -una hora-, para subir el cargamento del crustáceo a una camioneta, la cual metieron al área de congelación y conservación; los ladrones sacaron las charolas con paquetes de 15 kilos de langosta y las colocaron en contenedores con capacidad de 50 kilos.
El robo ocurrió a las 3 de la madrugada y, al parecer, los delincuentes conocían los movimientos de la congeladora, pues brincaron la reja metálica y se dirigieron a las oficinas donde se encontraba el velador Carlos Solís Pérez, de 70 años de edad y quien estaba dormido en una hamaca.
El velador narró que no escuchó ruidos, que despertó cuando le movieron la hamaca y vio a dos tipos encapuchados que estaban parados junto a él; uno de los asaltantes le dijo que no se ponga de lanza, ni oponga resistencia porque si no la iba a pasar mal, al mismo tiempo que se llevaba la mano a la cintura.
Con la soga que sirve para colgar su hamaca, los asaltantes le amarraron las manos y los pies del velador y lo colocaron a un costado del andén de los cuartos de congelación. Según explica el velador, le pidieron llaves del cuarto de conservación y congelación y del portón, antes que metieran la camioneta le taparon la cara con una chamarra.
“Solo escuche ruidos y vi a dos encapuchados, pero me dijeron que eran varios y que no hiciera nada; pasó como una hora y, después, al escuchar silencio moví la cabeza y pude quitarme la chamarra y luego con esfuerzo logré desatarme”, explicó.
Al velador no le vendaron los ojos ni la boca, pues sólo le amarraron las manos por delante e indica que cuando logró desatarse se refugió en las oficinas donde dormía y que por miedo no salió a pedir ayuda a los demás veladores de barcos y congeladoras cercanas.
Carlos Solís dijo que los asaltantes estuvieron como una hora en la congeladora y que se fueron como a las cuatro de la madrugada; sin embargo, no reportó el hecho al dueño de planta, porque no tenía teléfono.
Poco antes de las 7 de la mañana Pech Cardeña acudió a su planta, pero al llegar salió corriendo el velador quien le dijo que no entrara porque habían robado un cargamento de langosta, le narró los hechos y revisaron el lugar.
Con una escoba los ladrones movieron una cámara de vigilancia instalada en la zona de congelación, a la otra cámara le cortaron los cables.
Gilberto Pech avisó a la policía municipal y después acudió a la agencia 11ª de la Fiscalía estatal a interponer la denuncia del robo de langosta. A las 10 de la mañana se presentaron agentes ministeriales para investigar el caso e interrogar al velador.