MÉRIDA.- La falta de capacidad para argumentar del edil priista Enrique Alfaro Manzanilla, sobre todo sin elementos verdaderos, y el poco apoyo de sus compañeros de bancada fueron totalmente superados en la sesión de Cabildo del el 30 de junio pasado, cuando el regidor votó en contra de su propia propuesta, a la que desde luego se oponían sus correligionario. Este acto fue propio de Ripley: aunque usted no lo crea.
Enrique Alfaro propuso que se modifique el punto en el que decía que para realizar una obra pública se autoriza a contratar mediante los procedimientos de invitación a cuando menos tres personas y/o adjudicación directa. En su planteamiento el edil habló en nombre de los ediles del PRI y pidió que se cambie porque que no se les presentan periodos de inscripción visitas de obra juntas de aclaraciones e inicio de trabajo.
El secretario de la Comuna sometió a votación del Cabildo para ver si se aceptaba la propuesta de Enrique Alfaro y aquí sucedió lo increíble: El propio Alfaro votó en contra de lo que momentos antes había propuesto, junto con sus seis compañeros ediles del PRI, de modo que a final de cuentas la propuesta del alcalde se aprobó como fue presentada.
Este desliz de Enrique Alfaro causó la risa de los asistentes a esa maratónica sesión de Cabildo, la cual duró poco más de tres horas –de seis de la tarde a poco después de las nueve de la noche-, sobre todo por la testarudez de Enrique Alfaro, que a todo se opones sin ton ni son.
Sesión histórica porque ni el propio Enrique Alfaro se entiende y votó contra su propia propuesta y porque evidenció que los demás ediles del PRI no obedecen a su coordinador.