Por José Sierra Herrera

MÉRIDA.- En ningún lugar pasaba desapercibido: sus poco más de 1.90 metros de estatura y su tez rubia lo distinguían en donde se encontraba. Sin embargo, eso era lo físico. Al padre Jorge Antonio Laviada Molina lo distinguían sus cualidades y virtudes, así como su gran calidad humana y buena educación.

De buen carácter, alegre y excelente humor al seminarista Jorge Laviada también lo distinguía su claridad mental, su inteligencia y su trato amable. Era disciplinado y aunque no era un dechado de virtudes para el deporte jugaba fútbol, actividad que practicaba cuando los sorprendió la muerte.

Al morir, al padre Laviada tenía 48 años de edad. Nació en Mérida, Yucatán, el 2 de septiembre de 1965 y era el quinto de los siete hijos del Dr. Eduardo Laviada Arrigunaga (+) y la Sra. Noemí Molina Duarte (+).

El padre Laviada era un gran conversador, expresaba sus ideas de manera clara y le gustaba contar anécdotas de su vida, muchas de las cuales fueron chuscas, lo que le hacía reír al recordarlas.

Un episodio de su vida que no es muy conocido es que cuando decide entrar al seminario su padre se opuso, pues quería que estudiara medicina, igual que su progenitor y que Hugo, hermano del padre.

Sin embargo, a pesar de la fuerte presión de su padre, Jorge ingresó al seminario en 1984 y se ordenó sacerdote el 3 de diciembre de 1992.

En el campo deportivo el padre Laviada no destacaba mucho, a pesar de ser muy alto, prefirió el fútbol por encima el básquetbol. En sus años de seminarista jugó en la selección del seminario como portero.

Ya como sacerdote siguió practicando el fútbol y en una ocasión decidió jugar en una liga de veteranos de la ciudad, pero desistió “porque aunque ellos no tenían condición física eran marrulleros y golpeaban mucho”.

[pullquote]En una ocasión decidió jugar en una liga de veteranos de la ciudad, pero desistió “porque aunque ellos no tenían condición física eran marrulleros y golpeaban mucho”[/pullquote]

Hoy lunes, el Señor llamó a su siervo mientras éste practicaba el fútbol. Descanse en paz el padre Jorge Laviada Molina, gran ser humano y excelente sacerdote.

Sus restos serán velados en las capillas de las instituciones que han estado bajo su cuidado pastoral. El Sr. Arzobispo Emilio Carlos Berlié Belaunzarán ofició una misa de cuerpo presente en la capilla del Seminario Mayor, en Itzimná, a las 22 horas del lunes 9 de junio; el martes a las 10 habrá una misa en la capilla de Nuestra Señora del Líbano, y a las 13:00 horas será la misa de despedida en la capilla del Seminario Menor, San Felipe de Jesús, para después ser trasladado al mausoleo del Clero en el Cementerio General.

Datos de la vida del padre

Sus primeros estudios los realizó en el Colegio Montejo, de los hermanos maristas, en la ciudad de Mérida. Allí cursó la primaria, Secundaria y Preparatoria.

Al terminar el bachillerato decidió ingresar al Seminario Arquidiocesano de Yucatán, en donde  estudió todas las etapas de su formación sacerdotal: el curso introductorio (1984-1985), la filosofía (1985-1987) y la teología (1988-1992). Antes de entrar a teología, al concluir sus estudios filosóficos, vivió la experiencia de un año de intercambio cultural en la ciudad de Iowa, en los Estados Unidos.

Recibió el sagrado orden del diaconado en la ciudad de Mérida el 11 de junio de 1992, de manos de S.E. Mons. Manuel Castro Ruiz, Arzobispo de Yucatán y el presbiterado  el 3 de diciembre del mismo año.

Una vez ordenado presbítero fue nombrado Vicario Parroquial de la Iglesia de los Tres Santos Reyes, en Tizimín, Yucatán, de donde salió para la ciudad de Roma, Italia, enviado por el Arzobispo Don Manuel Castro Ruiz para estudiar la Licenciatura en Teología Dogmática en la Pontificia Universidad Gregoriana (1993-1995).

Al regresar de este tiempo de estudios se integró al Equipo Formador del Seminario Mayor, en donde desempeñó hasta el día de hoy, con gran competencia y con una enorme autoridad moral por su coherencia de vida sacerdotal los siguientes servicios: Prefecto del Curso Introductorio (1995-1997); Prefecto de la Etapa Filosófica (1997-2000) y Prefecto de la Etapa Teológica, desde el año 2000 a 2009.  Al ser elegido obispo coadjutor de Papantla Mons. Jorge Carlos Patrón Wong,  entonces  rector del seminario de Yucatán, el P. Jorge Antonio Laviada Molina fue nombrado vicerrector de esa institución formativa el 15 de octubre de 2009 y Rector  el 8 de diciembre del mismo año.

En su paso por estas distintas etapas de la formación ha dejado huella porque se ha impuesto la tarea de trabajar en equipo con los otros formadores en la aplicación de los criterios extraídos en la Exhortación Apostólica Pastoras Dabo Vobis, caracterizándose por su disponibilidad para un acompañamiento personal y comunitario a los alumnos de manera sistemática y fraterna. Como profesor de Teología Dogmática es muy valorado por los alumnos por su capacidad reflexiva y su integración entre la fe la vida. Ha impartido con especial competencia y dedicación la cátedra de  Cristología. Ha sido también coordinador de la formación pastoral y prefecto de estudios en el Seminario Mayor de Yucatán.

[pullquote]De buen carácter, alegre y excelente humor al seminarista Jorge Laviada también lo distinguía su claridad mental, su inteligencia y su trato amable[/pullquote] Durante los años en que se desempeñó como formador del Seminario fue además, miembro del área de estudios de la Comisión del Clero, coordinador de diversos cursos y Simposios teológicos, Consejero fundador de “Impulso Universitario, A.C.”, un organismo que promueve becas para jóvenes cristianos con dificultades económicas y capacidad de liderazgo; fundador y asesor del Centro de Estudios  de Teología a Distancia de la Arquidiócesis de Yucatán, para seglares, y encargado de la formación permanente de los sacerdotes de cero a cinco años de la Arquidiócesis.

Fue también presidente de la Organización de Seminarios Mexicanos, organismo que reúne a todos los seminarios de México, y como tal, representó a nuestro país den diversas reuniones y encuentros internacionales.

El padre Jorge Laviada gozó de una gran aceptación en el presbiterio  de Yucatán por su talento y humildad. Fue un hombre de fe, generoso y fraterno, que se ha caracterizado por su estilo de vida austero y evangélico.