PROGRESO.- El padre Carlos Puc Romero, orador invitado para dar el mensaje a los varones que participaron en la marcha del silencio del Viernes Santo, abordó el tema del  alcoholismo  al que se refirió como la llaga social de Cristo. No hay que olvidad y tener en cuenta que borracho caído, trasero perdido, porque el alcohólico al perderse en el vicio termina enamorado del hombre con quien se embriaga, se vuelve homosexual y terminan sosteniendo relaciones sexuales.

Con fábulas de un seminarista y un empresario chino vinícola, el padre Carlos Puc ilustró como el consumo del alcohol daña y degrada al ser humano, lo convierte en payaso, manso, violento y sucio. En el caso del seminarista, próximo a ser sacerdote, una bruja le pidió a satanás poder y riqueza y a cambio le ofreció el alma de un joven.

La bruja encerró al seminarista en un cuarto y le dijo que tenía tres opciones para dejarlo libre, matar a un bebé, violar a una joven madre o beberse una “pata” de elefante. El seminarista repasó los mandamientos y beber alcohol no lo prohibían, de modo que tomó el contenido de la botella y  se transformó: violó a la mujer y al bebé que lloró lo mató; después se suicidó.

En el otro caso, el empresario chino también le pidió al demonio poder para elaborar un buen vino y  a cambio le ofreció almas.  Satanás le dijo que juntara en un perol la sangre de un mono, de un cordero, de un  león y de un cerdo; la removió y después regó su plantío y luego elaboró el mejor vino.

Por eso, cuando el ser humano lo bebió, con las primeras copas se volvió payaso (mono); después se puso manso (cordero); luego se puso violento  y agredió a su familia (león); finalmente, ya ebrio queda tirado en la calle uishado y vomitado.

Ante tres mil varones  que se reunieron en el campo Hidalgo, el padre Carlos Puc señaló que el alcoholismo es una enfermedad mental, física, social; no es una maldición, ni hechizo y tampoco cosa de brujería.

Es una enfermedad laboral, porque el alcohólico deja de trabajar, falta a su centro de trabajo, y comienzan a haber problemas económicos;  luego se vuelve un ladrón, roba las cosas de su casa, como una laptop, celulares de sus hijos y las pocas alhajas que tiene su familia.

Al no tener trabajo, el alcohólico se vuelve asaltante, ataca a jóvenes o mujeres para robarles el celular y otras pertenencias.

El padre explicó que el alcoholismo es un tobogán de emociones y conforme se van consumiendo más cervezas o copas, el alcohólico es alegre, pero también se deprimes, es payaso, así como una persona agresiva.

Dijo que el alcoholes tan poderoso que transforma a quien lo consume, lo vuelve violento y hace que ataque a su esposa e hijos. También degrada a la persona y propicia que pierda su virilidad  y se vuela homosexual.

El padre Carlos Puc dijo que hay muchos casos conocidos de cómo el alcohol hace que el bebedor se enamore de otro hombre, que le guste y terminen sosteniendo relaciones sexuales, por eso se degradan.

El sacerdote indicó que hay un dicho que dice “borracho caído, trasero perdido”, lo que motivó la risa y comentarios de los asistentes, que durante más de una hora habían permanecido en silencio.

El alcohólico es una persona sedienta de Cristo y como no se llena, se vuelve adicto cada día y va cayendo en otros vicios como a la droga, la ludopatía y el robo.

En su reflexión, el padre Carlos Puc dijo que entrar al alcoholismo es abrir las puertas del infierno, y por eso invitó a los asistentes a que juntos, con sus familias, contrarresten esa enfermedad.-J.G.R.