MÉRIDA.- Al finalizar hoy el Carnaval, los opositores de los festejos habrán dado rienda suelta a sus odios y rencores, unos con verdad y otros a base de mentiras. Sin embargo, la Comuna que preside el alcalde Renán Barrera Concha cometió muchas pifias en este evento, como la carta que les envió a los empleados diciéndoles que era obligación su asistencia a los festejos. Lo peor es que el alcalde destinó unos 28 millones de pesos para las carnestolendas, gasto totalmente injustificado, ya que tiró ese dinero a la basura, porque no dejó ningún beneficio a esta ciudad tan necesitada.

Hasta hace un año, los gastos por la organización del Carnaval eran pocos, porque la organización del festejo hacía que se recuperara dinero para diversos gastos. Este año, el alcalde pidió al Cabildo 16 millones para organizar el carnaval, en una actitud incongruente, ya que se trata de usar bien el dinero.

Las quejas y denuncias de los panistas, entre ellos la flamante tesorera que gana poco más de 80 mil pesos al mes, Claudia Canto Mézquita, quien en la administración pasada se rasgó las vestiduras porque la comuna anterior trajo a Shakira y gasto 65 millones de pesos.

En ese entonces como ahora no se justifican ambos gastos: tan malo fue gastar 65 millones de pesos como gastar 28 millones. El acto en si mismo es malo, porque se destinan recursos para fiestas, cuando debían ser para solventar necesidades. Tan malo es dilapidar y derrochar 28 millones como 65 millones, la cantidad no importa sino el acto de dilapidar.

Seguramente mañana o pasado el alcalde convocará a rueda de prensa para hablar de cifras de asistentes a los festejos y dirá que el Carnaval fue todo un éxito. Sin embargo, no podemos perder de vista que a ese festejo asistirían las personas independientemente del lugar donde se hubiera realizado, porque se trata de dar rienda suelta a la diversión y a la bebida exagerada de cervezas y licor.

Lo que debería decir el alcalde, para demostrar transparencia, es cuánto dinero gastó exactamente en los festejos; porqué obligó a los empleados municipales a asistir a los festejos, a través del oficial mayor, y porqué inventó cifras para “inflar” el número de asistentes.

Hay que decir que esta polémica dio pie a que algunos priistas mostraran su intolerancia, su desprecio a las leyes y su poca inteligencia.

Me explico: intolerancia, porque no son capaces de aceptar el cambio de cosas sin importancia para la vida de la ciudad; desprecio a las leyes porque convocaron a gente para que “tome” el paseo de montejo, lo que ocasionó perjuicios a los ciudadanos y eso es violentar las leyes. Ellos tienen libertad de hacer lo que quieran siempre y cuando respeten los derechos de los demás, lo que no hicieron su intransigente actitud.

Poca inteligencia porque se precipitaron para condenar, agredir y descalificar los festejos, cuando debieron esperar a que concluyan y emitir un juicio a posteriori. Nunca un juicio a priori tendrá valor, porque se emite antes de que sucedan las cosas.

Estos festejos nos dieron la oportunidad de ver política barata, a base de mentiras, descalificaciones y provocaciones, de ambas partes. El bipartidismo que vive Yucatán se demostró una vez más a base de intolerancia e intransigencia de ambos lados, de modo que unos olvidaron que cometieron el error que en el pasado criticaron y los otros condenaron el error que antes cometieron.