PROGRESO.- En lo que parece una novela dramática y que tendría un trágico fin, siete encapuchados armados robaron dos lanchas y cuatro motores marinos, del refugio pesquero de Chuburná, luego de someter y amarrar a los vigilantes del lugar, incluido un policía.
Los ladrones llegaron por mar de manera silenciosa y así huyeron y cuando los vigilantes y un policía lograron desatarse y pidieron ayuda por teléfono celular, los delincuentes ya se habían alejado de la costa, pero en altamar dejaron abandonada una lancha, a la que no le pudieron quitar el motor fuera de borda.
Los cacos quitaron los motores fuera de borda a las lanchas “Jonathan” y “Divino Maestro”, propiedad de Mariano Tzab Sosa, y los subieron a la lancha “Wendy”, propiedad de William Tzab Sosa, en la que huyeron.
También robaron la lancha “Nidia”, propiedad de César Naal Moo, pero la dejaron abandonada al garete en altamar entre Chuburná y Sisal, donde fue hallada por un grupo de pescadores que salieron en una lancha con un grupo policías, al mando del oficial Manuel Ortiz Paredes.
Los hechos, que corrieron como reguero de pólvora en la comisaría de Chuburná ocurrieron entre las 3 y 4 de la madrugada del jueves. En una caseta que sirve de centro de acopio de pescado estaban los vigilantes Raúl Canul Espadas, Felipe Santiago Huchim Uicab y Christopher Caamal, de 15 años de edad.
En otra casa que sirve de descanso para los vigilantes estaba el pescador Jesús Pisté Pool, presidente del Comité Náutico, a quien le tocó vigilar y se había retirado para descansar un rato, pues saldría a pescar.
Lo bandidos se asomaron de manera silenciosa y uno de ellos, de complexión robusta, encañonó con una pistola al policía Santos Valentín Tun Chuc, quien sólo pudo ver en medio de la oscuridad que “era un tipo gordito y que tenía playera negra”.
Al policía lo golpearon con la cacha de la pistola y después lo obligaron a tirarse en el suelo y mientras le daban de patadas en la espalda le advertían que no volteara a ver, porque le iría peor.
En tanto los otros encapuchados golpearon a los otros tres pescadores que estaban de vigilantes, también los tiraron al suelo, los amarraron con las manos en las espaldas y también les advirtieron que no voltearan a ver.
Luego que sometieron a los tres pescadores y al policía, los bandidos se dirigieron a la casa donde estaba Jesús Pisté, tocaron la puerta y cuando el pescador salió le cayeron a golpes y uno de ellos le picó el pie izquierdo; lo amarraron y lo llevaron a rastras con sus demás compañeros
Luego los amarraron a todos y enseguida se dirigieron a la dársena a robar motores y las lanchas.
Cuando los pescadores lograron desatarse y avisaron por celular a sus compañeros y a la central de mando de la corporación municipal, los bandidos ya habían huido, la noticia corrió por toda la comisaría, de modo que antes que saliera el Sol, el puerto de abrigo ya se había llenado de pescadores, policías municipales y estatales.
La rabia, la molestia y el miedo se podía ver en los rostros de los hombres de mar, porque los delincuentes pudieron haber matado a los pescadores que estaban de vigilantes y al policía municipal, vecino de Kanasín y a quien le tocó estar de guardia.
Luego que hallaron una lancha a la deriva, sin los dos alijos y el radio de comunicación, la remolcaron al puerto de abrigo, los pescadores salieron a pescar en grupo y con la encomienda de estar al pendiente para tratar de hallar la lancha que se robaron.
El movimiento en el puerto de abrigo comenzó a las 5 de la mañana y al lugar llegaron patrullas municipales y estatales; a las 7:30 horas llevaron a los pescadores asaltados para denunciar el robo ante la agencia de la Fiscalía General del Estado.